La República de Chile, ubicada en la zona más austral de sudamérica, con forma de lombriz solitaria y aislada del mundo por un imponente macizo denominado Los Andes y un mar Pacífico, pero a la vez muy belicoso, contiene una población conformada mayoritariamente por la unión necesaria y excusable, de soldados venidos desde España a buscar fortuna y hacerse "la américa" al poner oidos a mitos tan inverosímiles como El Dorado, y una población aborígen cantada por escritores españoles como guerrera, valerosa e incesantemente justiciera, algo que no se advierte en la actualidad, en que la obsecuencia es la tónica, hacen de este país una peculiar sombra del resto del mundo.
La gran tragedia que supone el aislamiento del resto del mundo, hace que acá se viva un exitismo y una complacencia ante las derrotas, la incapacidad de mantenernos a flote permanentemente, y la característica esencialo de este pueblo, cual es la calidad de secundones perpetuos.
Para ello, veremos que en los albores de la Independencia, la Gobernación de Chile le fue ofrecida a un argentino, José de San Martín, quién prudentemente declinó tan alto honor; sin embargo, el Primer Presidente del país (que antes se les llamaba Directores Supremos), era argentino de nacimiento: don Manuel Blanco Calvo de Encalada. Ello dice relación con otra característica nuestra, cual es el privilegiar lo extranjero por sobre lo nacional. Ninguna diferencia hay allí con tribus esquimales del polo norte, en las cuales el jefe de casa ofrece al visitante su mujer para que la acepte como su mujer mientras dura la estadía; demás está decir que a los extranjeros se les recoge en la calle, se les lleva a la casa, se les dota de la mejor habitación, hacinándose el matrimonio y niños en una pieza, pero de este modo dar una impresión xde hospitalarios y buenas personas. Eso aquí y en todas partes se llama obsecuencia.
Sigamos. Como somos tan ajenos a los triunfos, recordamos a diario a nuestros escuálidos premios nobeles de literatura, sin haber logrado, después de 65 y 40 años, respectivamente, deslumbrar nuevamente a la Academia Sueca. En otras disciplinas del premio del inefable Alfred Nobel, no calificamos ni por equivocación, de modo que como triunfo moral inventamos premios alternativos, como aquel que recibió en economía el ex presidenciable y economista rector de la U. de Valdivia, Manfred Max Neef.
Ahora bien, es en el deporte, inspirado y con manipulación grotesca de las masas por la prensa y periodistas ad hoc, en que descollamos por nuestra inferioridad deportiva y la acumulación con record mundial de triunfos morales.
A modo de ejemplos, no puedo dejar de recordar a boxeadores, iquiqueños en su mayoría, que disputaron campeonatosmundiales, siendo rotundsamengte derrotados, pero en lo que se dio explicaciones burdas. Pisotones del árbitro, fallos localistas, aguas conteniendo drogas, etc. Más adelante, un boxeador llamado Godfrey Steves fue derrotado vergonzosamente en Japón, por Jozho Saijo, y este pueblo proclive a los triunfos morales lo esperó como héroe nacionalo en el trayecto del Aeropuerto al centro de Santiago, pasando por saludos presidenciales y regalo de auto y departamento, por una especie de erogación popular.
En el atletismo, Manuel Plaza, vendedor de diarios de los años 20, a quiénes se llamaba "canillitas", fue vencido en Europa en una maratón y la explicación que se dio es que equivocó el recorrido, ya que algunos astutos, sabiendo su gran capacidad y resistencia, cambiaron de porientación un letrero que señalaba la ruta a seguir.
Otro botón de muestra. Jugando fútbol la selección chilena con coreanos, se dijo en Chile por un jugador apodado "Chita", que perdieron porque en el recambio, segundo tiempo, entraron a la cancha once nuevos jugadores, frescos y distintos a los del primer tiempo, de modo que como eran todos iguales, no se pudo advertir el engaño y se perdió el partido. Burda explicación para el fracaso.
Y finalmente, transcurridos 48 años desde que Chile fue sede de un campeonato mundial de fútbol, todavía se celebra el haber sido terceros en dicha competencia. Sí, terceros, siendo locales, de modo que ese tgriunfo moral hace sentir vergüenza ajena cuando cada año aparecen entrevistados los señores Jorge Toro, Leonel Sánchez y otros, y explican con rigor científico una jugada "magistral e inimitable", digna de los anales del fútbol mundial, en que se señala con habilidad de cirujano cardiovascular, quién dio el pase, como recibió la pelota el delantero, a quién dribleó y en qué forma engañó al arquero contrario, quién equivocadamente se lanzó hacia el océano pacífico a atajar el balón, en circunstancias que este fue dirigido a los Andes, al macizo cordillerano ubicado al lado oriente. Esta "hazaña", recordada inequívocamente varias veces al año, nos hace sentir grandes, poderosos, dignos de admiración, inigualables.
Entonces, digo yo que algo falta en la psicología del chileno, que arrastra como un tesoro personal, el gusto por la mediocridad, el conformismo, el exhaltar lo secundón, el reprobar la excelencia, porque más importante es el crazón de chileno. Claro está que con esa mentalidad no se llega a lugar alguno.
Si alguien duda, recuerden la "hazaña" de un ciclista de apellido Almonacid, que representó a Chile en los últimos juegos olímpicos. Iniciada la carrera, tomó la delantera por espacio de 70 kms., en un recorrido de 150 kms., y se mantuvo estoicamente allí hasta que se fundió, por soportar solo el viento contrario, haciendo un esfuerzo grande y un desgaste de energías, lo que significó que llegó último. El país deportivo, alentado por los periodistas y medios, hablaron de un héroe nacional, al extremo que, visitando el deportista unos colegios en la sureña Puerto Montt, la prensa local dijo que los niños visitados por tan peculiar héroe del deporte, inequívocamente manifestaron que querían ser igual al ciclista. Incomprensible.
En síntesis, existe materia prima para ser mejores y optar a primeros lugares en todo ámbito, pero ello es un tema de mentalidad, de preparación, de disciplina, y fundamentalmente, de recursos.
Quizás, en el caso del fútbol, la solución sea el que extranjeros dirijan a los mejores y los preparen para justas de mayor nivel. Es decir, no ha existido nunca técnicos nacionaloes capaces de hacer triunfadores de verdad. Si no lo creen, ha dirigido la selección de fútbol Vicente Cantatore, argentino-español; Xavier Azkargorta, español; Rudy Gutendorf, alemán; Nelson Acosta, uruguayo; Marcelo Bielsa, argentino. Claro está que en la exacerbación, y ante un partido que se gane, la prensa y adictos a la pelota grande quieren nacionalizar al entrenador, bautizar con su nombre el Estadio, llamar a una villa con su nombre y adicionalmente, con la súplica de que se le renueve contrato a lo menos por 15 años.
¡Qué extraños somos!.
Alfredo Calvo.
Creo que una de las cosas que influyen es que los Chilenos no se enfocan en el exito en areas relevantes. Los Chilenos solo celebran eventos que son motivo de una fiesta... como ganar un partido de futbol. Pero si algun cientifico tiene alguna idea o hace una investigacion importante, nadie le da importancia. Estamos mal enfocados!
ResponderBorrar